El otro día conocí a una señora en el centro de El Cairo, una de esas
señoras con más de 80 años a sus espaldas y repleta con huellas del
pasado. En su regazo, el pueblo egipcio clamó desobediencia ante los
imperialistas británicos en 1919, posteriormente sus faldas se llenaron
con la sangre de sus hijos que luchaban contra la corrupción; contra su
pobreza y su ineficaz constitución. Esta señora recibió el nombre de
“La liberación” por parte los hijos de “La Madre del Mundo”; y llegó a
nuestros oídos bajo el nombre de “Tahrir”. Una vez más, ella fue testigo
desde 2011 de altercados y represiones violentas; una vez más
alrededor de ella se luchó por los más básicos derechos. Su nombre,
“Liberación”, pareciese una paradoja del destino, como si su nombre le
otorgase su función innata.
Remitiéndome a los hechos más cercanos en el tiempo, fue escenario de
las multitudinarias manifestaciones que comenzaron en Enero del 2011 y
conllevaron al derrocamiento del Sr. Mubarak. Pues bien, tras todo un
año, aún dicha plaza sigue siendo testigo de concretas y revolucionarias
manifestaciones, negar lo
contrario sería una actitud obviamente
cínica.
Sin embargo, siempre una noticia negativa, un hecho negativo en sí,
tiene más efecto en nosotros que un cúmulo de noticias positivas.
Siguiendo con este planteamiento en el caso de Tahrir, quiero decir que
la gente no va matándose por la calle, que Egipto no está pasando por
ninguna guerra (aunque sí un por una transición política difícil)Por
tanto, y a partir de ahora, cuando piensen en Egipto, borren de su mente
un país dominado por hombres vestidos de verde disparando
indiscriminadamente a todo ser viviente, o donde la gente se reúne de
manera multitudinaria para repartir golpes a diestro y siniestro; un
lugar donde reina el caos por doquier, o donde no se puede salir a la
calle ni para dar un breve paseo.
En vez de eso, les invito a reflexionar: ¿Cuántos de sus compañeros
han viajado a Egipto en el último año y han resultado heridos? ¿Cuántas
ciudades de España o Latinoamérica no son mucho más peligrosas que
cualquier callejón de El Cairo? ¡Cuán protección y buen trato recibe el
extranjero aquí, en un país en transición; que no recibirá jamás en un
país considerado estable! Por supuesto, cualquier persona que haya
podido disfrutar de Egipto por algún periodo de tiempo, recientemente,
sabrá a qué me refiero.
En síntesis, las manifestaciones ocurren y hay que evitarlas; pero es
importante remarcar que no ocurren todos los días (más bien algunos
viernes o sábados), que no siempre son violentas, y que no se encuentran
por todo El Cairo. De lo que se deduce, que evitando pasear en días
puntuales por esta preciosa plaza, y teniendo la precaución mínima
necesaria (que se tendría igualmente en cualquier otro país) al pisar a
la calle, no se sufrirá ningún percance. Más bien, os animo a disfrutar
de Egipto justo en este momento, pues sigue siendo el mismo atractivo e
inmortal país de siempre pero con el valor añadido de su situación
¿Cuántos de vosotros puede decir que ha estado en un país en transición
política y justo en un momento tan importante como éste lo es para la
historia de Egipto?
Finalmente, y en consonancia con mis palabras, dos hechos justifican
mi post: la primera, el testimonio directo, y fuera de intenciones
sensacionalistas, de una persona que vive y trabaja en El Cairo como
cualquier persona ordinaria. El segundo, el video que os presento a
continuación en el que me encuentro en esa cálida plaza, a la cual tuve
que ir por cuestiones de mi visa:
Un españolito en la plaza Tahrir
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