Octubre del año 2010- He hecho un curso de cultura francesa durante
dos semanas en el centro Tolbiac de la Universidad Paris I (Estación de Metro:
Oympiades), he estado, junto con el resto de
"borrasmus", en una visita guiada a través de la Sorbonne para conocer su "magnificiencia" y los talentos
que "escupió" desde sus puertas; además de vivir en un apartamento en
pleno Barbès. En fin, ya estaba domesticado, así que contaré un poco de mi vida en
aquellos días presentando mi universidad, sus alrededores, el tango en París, así como algo
de la vida nocturna (especialmente en Montmartre).
Por tanto, llegan a mi las imagenes de aquellos días en la Sorbonne:
cortos, confusos y tranquilos (salvo por el hecho de que siempre había alguna huelga-ya sea
en el metro, o por profesores, administrativos, etc- que me fastidiaba el día). Siguiendo mis pensamientos, recuerdo La SorbonneParis 1 como una belleza arquitectónica plantada en plena plaza de la Sorbonne - que se encuentra viniendo desde el Bd. Saint-Michel- y en pleno Barrio Latino. Es decir, esta
situada en un lugar lleno de emblemas históricos, cafeterías centenerias, y
monumentos universales. Aún recuerdo bien como paseaba hacia la universidad a través del Bd. Saint-Michel, en el que la Fontaine Saint-Michel con su arcángel Miguel me daba los Buenos Días; tras ello, anduve largo
tiempo por una calle repleta de cafés lujosos con camqreros de luto,
arquitectura gótica, numerosas librerías, cuidadas callejuelas, et bureaux de
tabac...entonces, a mi derecha aparecía majestuosa la universidad Panthéon-Sorbonne: sobría y soberbia a la vez;
y en cada vez, guardías custidiandola, reclamadores de tu tarjeta de estudiante, y todo el conjunto adornado con golondrinas, residentes priviledgiadas. Aire frío, y olor a café caliente; aunque por ahora prescindiré de entrar en la universidad para que prosigamos andando por esta calle. Entonces, tras unos escasos 5 minutos a pie, te saludará
por la derecha el Pantheon, monumento ilustre que recoge los restos mortales de
los grandes hombres de La France: Voltaire, Rousseau, Zola, Victor Hugo,
etc. y tras unos minutos más, nos encontramos con los Jardines de Luxemburgo.
Un parque de estilo italiano, con una gran fuente de agua en medio, algunos
quioscos, cesped para reposar, sillas de metal y estatuas de la época Medicis en Francia;
recomiendo este lugar especialmente con la llegada de la primavera y en verano. Igualmente, y para no
extenderme mucho más, os cuento que numerosos otros lugares, como museos o
el mismo Notre-Dame se encuentran cercanos a este endroit; en fin, uno de los
privilegiados lugares de Paris: el Barrio Latino, que si bien lo recomiendo
especialmente para pasear, tomar café, o relajarse, no lo recomiendo tanto para
la vida nocturan (excepto el Día de la Música).
Mi rutina diaria incluía presentarme en la Sorbonne, en su largo pasillo, y en sus anfiteatros amaderados, para luego me balader un poco hacía la rue Jussieu y tomar unas birras o arrastrarme hasta mis clases de Tango en CitéUniversitaire.
En relación al Tango, al igual que la Samba u otros ritmos brasileños, tienen una acogida increible en Paris, pues esta ciudad ofrece milongas en todas partes, con sus numeroso clubs o en soirées casi cualquier noche y casi en cualquier lugar. Así que me lance a la aventura, a aprender este sensual y elegante baile.
Bueno, trás este día agarraba el metro con dirección a Barbès-Rochechuart, y llegaba a mi humilde morada, en la que convivia con un chico escocés, que trabajaba como freelance para diversos periódicos, y una simpática chica austriaca de Sciences Po Univ. En fin, ya que estamos en mi casa, os presentaré los alrededores, y simplemente a un tiro de piedra, seguiremos el boulevar de Rochechouart, entonces nos adentraremos hacia la izquierda en los numerosos callejones de suelo apedrado y color oscuro, y ellos nos asentarán en esta colina donde se posa este majestuoso Sacre Coeur. En él, durante el día, sus calles colindantes son ocupadas por artistas, turistas, bohemios, y carteristas de profesión; que junto al olor a crepes y la música hacen de ello un lugar idóneo para perderse. En sus calles, numerosas terracitas, cafeterias, pequeños restaurantes, y menudos museos...Durante la noche, el ambiente es casi el mismo, pero hay que tener más cuidado; simplemente, evita hablar con todo ser bípedo y ojo a tu cartera. Recomiendo sobremanera colarse en clubs como Rendez-vous des amis, Clair de Lune, o un pequeño bar con tubos de cervezas y karaoke en la calle de los sex-shops que no recuerdo bien. Otra opción muy recomendable en verano, es deleitarse con las vistas de Paris desde el Sagrado Corazón mientras tomas unas cervezas y algún snack (o la misma formula pero en el Pont des Arts) y luego pasear por las calles traseras que forman el barrio artístico y bohemio.
Otras opciones, igualmente respetables, en cuanto a la vida nocturna incluirían: Oberkampf, en él especialmente el
club Alimentation Générale -con numerosas fiestas a lo largo de la
semana- Bastille, o Les Grands Boulevards. En verano, otro miembro se une a
este club: los barcos en las orillas del Sena. Sin embargo, ninguno de estos
lugares significaron tanto para mi como lo significó Montmartre; y es que, en
ocasiones, para apreciar la magía o el significado, que tienen en uno mismo,
ciertos lugares; pareciese imperativo recordarlos desde la distancia, distancia tanto en el
tiempo como en el espacio. Esta analogía se amolda bastante bien a lo
que siento por algunos lugares de la capital del arte.
Universidad Sorbonne desde plaza del mismo nombre |
Fontaine Saint-Michel |
Bailando en Montmartre |
Mi rutina diaria incluía presentarme en la Sorbonne, en su largo pasillo, y en sus anfiteatros amaderados, para luego me balader un poco hacía la rue Jussieu y tomar unas birras o arrastrarme hasta mis clases de Tango en CitéUniversitaire.
En relación al Tango, al igual que la Samba u otros ritmos brasileños, tienen una acogida increible en Paris, pues esta ciudad ofrece milongas en todas partes, con sus numeroso clubs o en soirées casi cualquier noche y casi en cualquier lugar. Así que me lance a la aventura, a aprender este sensual y elegante baile.
Bueno, trás este día agarraba el metro con dirección a Barbès-Rochechuart, y llegaba a mi humilde morada, en la que convivia con un chico escocés, que trabajaba como freelance para diversos periódicos, y una simpática chica austriaca de Sciences Po Univ. En fin, ya que estamos en mi casa, os presentaré los alrededores, y simplemente a un tiro de piedra, seguiremos el boulevar de Rochechouart, entonces nos adentraremos hacia la izquierda en los numerosos callejones de suelo apedrado y color oscuro, y ellos nos asentarán en esta colina donde se posa este majestuoso Sacre Coeur. En él, durante el día, sus calles colindantes son ocupadas por artistas, turistas, bohemios, y carteristas de profesión; que junto al olor a crepes y la música hacen de ello un lugar idóneo para perderse. En sus calles, numerosas terracitas, cafeterias, pequeños restaurantes, y menudos museos...Durante la noche, el ambiente es casi el mismo, pero hay que tener más cuidado; simplemente, evita hablar con todo ser bípedo y ojo a tu cartera. Recomiendo sobremanera colarse en clubs como Rendez-vous des amis, Clair de Lune, o un pequeño bar con tubos de cervezas y karaoke en la calle de los sex-shops que no recuerdo bien. Otra opción muy recomendable en verano, es deleitarse con las vistas de Paris desde el Sagrado Corazón mientras tomas unas cervezas y algún snack (o la misma formula pero en el Pont des Arts) y luego pasear por las calles traseras que forman el barrio artístico y bohemio.
Yo en los jardines de Luxemburgo |
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