“¿Allí hace mucho frío, no?”, “¡Qué
bien! Allí podrás ver iglúes”, “Ten
cuidado con los osos polares” o también “¿Eso donde está? ¿En el Polo Norte?”.
Éstas son de las algunas de las expresiones usadas por aquellos contertulios
que en vez de vivir en este planeta, más bien pareciese que se encuentran perdidos
en él. Al comentarles: “Me voy de Paris en **** días. Necesito conocer este
país y vivir en él, ya que siempre me ha llamado la atención”. Este país no es otro
que aquel al que dirigí mis pensamientos, y poco después; mis pasos, entre su
frío y caliente suelo en un día de Julio tras llegar al aeropuerto de Keflavik.
Éste se encontraba a unos cuarenta kilómetros aproximadamente de la capital de
Islandia, Reykjavik. En fin, acababa de dejar un Paris cálido, soleado, y
repleto de gente para encontrarme de repente en medio de un desierto
demográfico. En otras palabras, cuando salí del aeropuerto me quede estupefacto
ante una vista que se prolongaba por todo el horizonte sin encontrar nada en
medio; esta situación me dejó un poco
desorientado tanto por la sensación de “ausencia de todo” como por la neblina
que envolvía Keflavik ese día. Consecuentemente, por unos 10 euros, me pille un
taxi, que deslizándose por una carretera casi desérticas, me llevo a un hostel
situado en el corazón de Keflavik. Keflavik, una “ciudad” de 14.000 habitantes,
ya que si pensamos que Reykjavik y su núcleo urbano recoge poco más de 150.000
habitantes, y que la población del país es de algo más de 300.000 habitantes,
podemos afirmar que, en Islandia, es un gran núcleo urbano. La segunda gran ciudad
sería Akureyri, con unos 17.000 habitantes. Llegué al hostel a las 10 de la
noche aproximadamente, y salí al exterior donde percibí una calle larga y ancha con algunos comercios
a los” lados” y con “la nada” al sobrepasar “esos lados”, tampoco se encontraba
mucha gente en la calle…claro que, estaba lloviendo un poco y una ligera niebla
nos envolvía. De pronto, me encontraba en el porche de este hostel, acabando
dicho cigarro. Eran las 12 de la noche, pero sin noche pues.
Al día siguiente, junto con un
chico americano que conocí en el hostel, nos dipusimos a pasear por Keflavik antes
de tomar un bus a la capital ¡Qué decir de ello! Un puesto de perritos
calientes en medio de esta “serpiente” por la que se deslizaban de vez en
cuando algún vehículo, y en la que me sorprendió encontrar un autobús “urbano”
que gratuitamente nos dio un paseo por este bello lugar. En el autobús, mi
amigo, dos o tres personas más, y yo; el paisaje reunía casitas bajas de madera,
extensiones aceptables de césped y campo abierto, algunos parques, un frio mar
que no invitaba a bañarse en él, pero que le gustaba ser visitado. Lo más
impactante: aprecié solamente dos o tres personas andando por la calle, la
ausencia de ruidos (que es un ruido en sí), el aire tan fresco y puro, y la
tranquilidad. Tras este breve paseo, tomé con mi compañero, el bus que nos
llevaría a Reykjavik.
Al situarse dicho trayecto en el
sur-este del país, el autobús parecía recorrer un paisaje lunar, debido a que alrededor
de la carretera residía nada más que un paisaje de roca grisácea caliza recubierta
de un escaso musgo; un paisaje casi despoblado de árboles, acompañado de un cielo
grisáceo y más de lo mismo: pocos coches, ausencia de grandes poblaciones, etc.
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Reykjavik |
Lago Tjör en Septiembre |
Esta calle, cuenta con todos una vida nocturna bastante agitada en términos comparativos, es más, diré que este es el único lugar de Islandia donde puedes encontrar “realmente” fiesta en el sentido literal de la palabra. Los viernes y sábados noche, especialmente en verano, los islandeses, y los no-tan-islandeses, se pierden en esta calle llena de aquellas cafeterias que en las noches se convierten en animal parties clubs: Litros de alcohol, confianza entre la gente, ambiente desinhibido, seguridad, cordialidad entre colegas, etc. Clubs como Dillon, Hresso, Bakus, y algunos más han sido testigos de algunas de mis noches, desenfado, y tertulia con “amigos de usar y tirar” - ¡aisss!...no puedo evitar algo de melancolía cuando pienso en estas palabras-
Otro hecho curioso, es que saliendo de esta calle principal, a través de sus calles colindantes nos encontraremos en un entorno más relajado, si cabe aún, en estal capital, la capital más septentrional del mundo. Pues a unas cuantas calles nos sorprende un hermoso paseo a lo largo de la costa de este mar tranquilo y frío acostumbrado al sonido del silencio y de sus olas. O también nos podríamos encontrar en la Universidad de Reykjavik, o tal vez, podríamos visitar, en lo alto de una colina, esa iglesia-símbolo de Reykjavik acompañada perpetuamente de la figura de Leif Eriksson.
Vista del Monte Esja- Justo en pleno centro de Reykjavik |
Con esta “breve” descripción, os diré que tras dos días en Reykjavik saliendo de fiesta, tomando café, conociendo a distintas viajeros y llegando de madrugada a mi habitación escoltado continuamente con un sol radiante- tomar una cervezas a ritmo de música electrónica en una terracita, a las 3 de la mañana mientras el Sol ciega tu vista es una experiencia digna de experimentar- conseguí trabajo en una granja situada a unos kilómetros de Selfoss, así que me trasladé a este pueblecito amante de las sesiones de rayos uva y un kit de pesas, donde me recibió mi nuevo compañero de trabajo de origen chileno. Junto con él teníamos que encargarnos del servicio restaurante, así que efectivamente, me tocó trabajar de cocinero. Ese gran trabajo, tan inspirador, o mejor dicho con “pirados in”.
En resumen, llegué a Selfoss, y
desde allí a esta granja-hotel rodeada de una belleza natural esplendida:
caballos por doquier, un zorro, un becerro, perros y perras, un hermoso
pantano, un verde pasto, y un sol de medianoche espectacular. Consecuentemente, laborando en la cocina de dicho lugar bastantes horas al
día, con cigarros ocasionales, y conversaciones “express” con el resto de mis compañeros
de fatiga- perdón, quería decir mis compañeros fatigantes y fastidiados de
trabajo.
Ramon la cafeteria se llama Hemmi og valdi pero muy interesante q escribiste muy chevere
ResponderEliminarEs verdad, voy a cambiar el nombre....:)
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